lunes, 6 de abril de 2009

clavo



Cuando se golpea un clavo con un martillo el impacto recibido por la cabeza del clavo pasa íntegramente al otro extremo, sin que nada se pierda, aunque aquél no sea nada más que un punto. Si el martillo y la cabeza del clavo fuesen infinitamente grandes, ocurriría de la misma forma. La punta del clavo transmitiría ese choque infinito al punto sobre el que está aplicado.

La extrema desdicha, que es a la vez dolor físico, angustia del alma y degradación social, es ese clavo. La punta está aplicada al centro mismo del alma. La cabeza del clavo es la necesidad repartida por la totalidad del tiempo y el espacio.

La desdicha es una maravilla de la técnica divina. Es un dispositivo sencillo e ingenioso que hace entrar en el alma de una criatura finita esa inmensidad de fuerza ciega, brutal y fría. La distancia infinita que separa a Dios de la criatura se concentra íntegramente en un punto para clavarse en el centro de un alma.


SW, el amor a Dios y la desdicha, 1942

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