jueves, 18 de junio de 2009

y el mayor bien es pequeño

la filosofía comienza junto con la intuición de que la vida es sueño; su fin debe estar junto a la certeza de que esta frase es cierta. cada vez que se teoriza se crea una sobrecapa de este mundo, donde están los conceptos e ideas, y la vida anterior a la teoría se subordina a ella adoptando la forma de sueño. lo que se sueña siempre cae; por eso los colchones se cargan con toda la imaginería de quienes los han usado, y al quemarlos puede verse entre las llamas los añicos hermosos de un mundo.
hay que invertir la gravedad. los sueños deben soñarse hacia arriba, no porque sea mejor, sino para ver que pasa. cuando los sueños se sueñen hacia arriba, la filosofía podrá mirar que los conceptos sobre las cosas ahora son conceptos bajo las cosas, que son un sueño respecto a esta realidad, pero sin poder nunca olvidar la ubicación anterior; finalmente, los sueños no están ni arriba ni abajo de la vida, sino que geométricamente sus espacios se equivalen. de aquí puede surgir una idea razonable de totalidad.
frenesí, ilusión, sombra, ficción, no son términos necesariamente ligados a una no-verdad. simplemente se desbordan semánticamente de lo limitado; representan lo infinito en forma de caos, la hembra oscura que nunca para de parir. esa madre no nos cuida, porque no puede: debe parir, con algo parecido al dolor y algo parecido al placer, infatigablemente hasta que termine este universo.

2 comentarios:

braulio musso dijo...

La filosofía es con minúscula.
La filosofía está bajo los gustos personales.
El ascenso y el descenso desde el cielo también se encuentra, pienso, en relación subordinada a los gustos personales.
Sueños o pesadillas, me dan ganas de releer exacto a ese respecto, a descartes, rené .
Empero Usted posee razón al tratar sobre los primeros y no sobre las segundas.
Creo que comenzar por descartes, rené y no despegarse mucho de él, otorga cierta simplicidad en estas cuestiones, simplicidad que no tiene por qué rediantre ser aridez.

Ahora, la pregunta realmente definitiva es: queremos gastar la mayor parte de nuestro tiempo en la filosofía?
Yo tiendo en este tiempo, y quizás en todo tiempo, a responder matizadamente a esa interrogante, matices que funcionan en niveles y en contextos.
No presento incondicionalidad en este caso.
Exceso de pereza?

Atentamente,
herr Jones.
PS. Perdón por la obscena extensión.

Joséduardo dijo...

se puede.-
me quedo en él.-
se puede.-